martes, 28 de junio de 2011

Despecho sincero

“Que los ruidos te perforen los dientes,
como una lima de dentista,
y la memoria se te llene de herrumbre,
de olores descompuestos y de palabras rotas.
[…]
Que al salir a la calle,
hasta los faroles te corran a patadas;
que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte
ante los tachos de basura
y que todos los habitantes de la ciudad
te confundan con un meadero”.

Maldición, de Oliverio Girondo
[Espantapájaros, 1932]

—Espero que te mueras, ahora mismo, de golpe.

—¿Cómo podés ser tan bestia de decirme una cosa tan espantosa? No tenés corazón, sos…

—No sólo eso. Quisiera que sufras, que te duela.

—¡Bestia! –Lloró.

—Claro, yo te digo eso y soy una bestia. Vos me rompés el corazón y te quedás tan tranquila.

—¿O sea que decirme esas barbaridades es tu venganza? ¿Tan báscio sos?

—No, yo no soy amigo de la venganza. No es venganza. Es despecho. Absolutamente básico, es cierto. Pero incuestionablemente sincero también.

—Pero…

—No, no digas nada. ¿Sabés qué? Ya no quiero que te mueras. Espero que vivas. Pero que la vida te traiga de regalo desazones. Espero que te enamores de quien no te corresponda. Que te arrastres y te desvivas por enamorarlo, por conquistarlo, por seducirlo, por gustarle, por que te mire, por que sepa que existís siquiera. Espero que hagas esfuerzos. Que cambies. Que transformes tu modo de pensar, tu modo de vestir, tu aspecto físico…

—¡Basta!

—No. Espero que él te exija que cambies para quererte y que después, cuando cambies, siga sin enamorarse ni un poquito, nada. Que te traiciones a vos misma en el afán de conquistarlo y que te pierdas. Pero que en el trayecto recuerdes a este pobre infeliz que te quiso como eras y que te maldigas a vos misma. Espero que se te destroce el corazón en mil pedazos y que te quedes sola. Sola, muy sola, pero queriendo estar con alguien, desdeñando tu perra soledad.

—¡Te odio! ¡Sos un animal!

—Yo no, yo te amo con locura.

—¿Cómo podés decir que me amás con las barbaridades que me estás diciendo?

—Y bueno, eso no es tanto el amor como la locura.

—¡Estás loco!

—A ver mamita, es lo que estoy diciendo.

—¡Morite!

—Ves, yo te deseo la muerte y te volvés loca, me la deseás vos y te quedás tan campante. ¡Coherencia es lo único que pido!

—¡Ah! ¡Por Dios, estás muy enfermo!

—Enferma vos que te molesta tanto lo que te digo y te quedás ahí para oírlo.

—Es que no doy crédito a lo que escucho.

—Puedo seguir, si querés: Ojalá algún día vuelvas a buscarme, a decirme que como yo nadie te amó jamás, que entendiste, de una buena vez, que yo te quise como eras, sin exigirte nada a cambio. Pero sobre todo espero que cuando lo hagas yo me haya enamorado de una mujer que merezca mis querencias o que, al menos, las valore. Espero ya no tener ojos más que para ella y que vos te arrastres y me ruegues la mirada. Espero no registrarte, no sentir siquiera lástima. O sí, un poco de lástima ni a vos podría negártela.

—Te juro que no te entiendo.

—Bueno, tampoco es tan difícil.

—Pero, es que…

—Pero-es-que, nada. Pero-es-que, las pelotas.

—¿Por qué hacés esto? Vos no sos así, vos sos distinto. Yo te he querido mucho y te quiero, pero…

—Ese es el problema, el “pero” maldito ese. Vos me querés, pero ya no de la forma en la que yo te quiero. Y soy buen tipo, ¿te das cuenta? Podría ser comprensivo y decirte que te quiero, que te voy a amar por siempre, que aunque vos ya no me ames de esta forma yo voy a seguir estando para vos, para lo que necesites, que siempre vas a poder contar conmigo y qué-sé-yo-qué-más. Pero como soy buen tipo y como te amo con locura, te ahorro el trámite, te digo todas estas barbaridades y vos te vas de acá pensando que estoy loco, que soy un enfermo, que te salvaste de mí. Te vas con libertad y sin culpa. ¿Te das cuenta? ¡Con libertad y sin culpa! No se me ocurre mejor regalo de despedida.

—La verdad que sos buen tipo.

—¡No! ¡No entendiste nada!

—Bueno, empecemos de vuelta.

—Espero que te mueras, ahora mismo, de golpe.

—¿Cómo podés ser tan bestia de decirme una cosa tan espantosa? No tenés corazón, sos…

—No sólo eso. Quisiera que sufras, que te duela.

—¡Bestia! –Se paró y se fue.

—¡Eso es! –Entonces, sólo entonces, lloró él.

4 comentarios:

  1. mmm... no es la misma situación pero en algunas cosas se parecen... http://www.youtube.com/watch?v=0FL91Zsa2ZY

    ResponderEliminar
  2. Perdón que siga comentando... solo que me sugiere mil cosas... entre ellas al Poeta Maldito... "yo te doro", "himno a la belleza" o "carroña" son monumentales... "fair is foul and foul is fair"... será?

    ResponderEliminar
  3. Wow!!!!!!!!! interesantemente CRUDO y transparente. Así tal y como me gusta: real.

    ResponderEliminar
  4. "Fair is foul and foul is fair"... Macbeth, brillante. Es esa misma contradicción que confunde a los poderosos y da claridad a los débiles. ¿Será? Probablemente lo sea.

    "Menos odioso el mundo, más ligero el instante", ese no lo conocía: sublime.

    ResponderEliminar